La conversión de los alimentos en energía en nuestro cuerpo se lleva a cabo en orgánulos: estructuras minúsculas del interior de nuestras células denominadas mitocondrias.
Podríamos imaginar las mitocondrias como “pequeños hornos” que toman unos alimentos descompuestos en su estructura química básica y combinan luego estos elementos químicos con oxígeno y producen agua y energía.
El problema radica en el hecho de que cerca de un cinco por ciento de la energía producida se convierte en especie reactiva al oxígeno.
Las reacciones químicas de las mitocondrias constituyen una fuente de radicales libres.
Se crean además radicales libres a altísimos niveles en todo el cuerpo en cuanto se produce un traumatismo, una infección o inflamación.
Cuando salimos al exterior en un díasoleado, la luz del sol desencadena de inmediato la formación de radicales libres en nuestra piel, que causan daños en ella y también en el tejido de abajo.
Vivimos en un entorno rico en oxígeno.
Afortunadamente, la Madre Naturaleza (quien sino) lleva incorporados mecanismos de defensa contra los radicales libres.
Dichos sistemas de defensa se denominan antioxidantes y son los que evitan el deterioro producido por el oxígeno.
Usted conocerá sin duda muchos antioxidantes, como la vitamina C, E, betacaroteno, acido alfa lipoico, todos los cuales proceden de nuestra dieta.
Nuestro cuerpo fabrica también sistemas antioxidantes endógenos.
Algunos de estos son sistemas de enzimas y otros aminoácidos, como el glutatión, compuesto de tres aminoácidos, controla el estado antioxidante de nuestras células.
Por todo lo visto es de suma importancia el obtener una alimentación trofológica, para asegurarnos de todos los antioxidantes necesarios para defendernos de estos radicales libres, al mismo tiempo que le aportamos el resto de nutrientes a nuestro maravilloso y único organismo.
Piense que en el nacemos y con el moriremos, pensar en ves en cuanto créame que es bueno, este último consejo es para los despistados que los hay a mansalva.